Ecos del 68: Francia

En el marco de los 50 años de un año clave y emblemático como lo fue "el 68" en distintas partes del mundo, este recurso pretende acercarse a conocer los ecos del mayo francés

Seamos realistas, pidamos lo imposible. La imaginación al poder

Hace medio siglo algunos jóvenes pintaban los puentes de París con estas frases. Las protestas comenzaron en enero exigiendo mayor libertad para la vida universitaria y mejoras en la enseñanza. Y terminaron por convertirse en la última gran revuelta de las sociedades occidentales con planteos creativos y novedosos que perduran hasta hoy.

1968 fue el año de los jóvenes a nivel internacional. Jóvenes de diferentes partes del mundo protestaron: estadounidenses contra el consumismo, la segregación racial y la guerra de Vietnam; italianos y alemanes contra el estilo de vida burgués; checoslovacos contra el autoritarismo soviético; uruguayos, argentinos y mexicanos contra la represión y el autoritarismo en Latinoamérica. Constituían la primera generación de su familia que llegaba a la universidad, que ya no era solo un pequeño “club” preparatorio de las clases dirigentes como antes. Las universidades tenían más y nuevos alumnos, provenientes de sectores trabajadores, con una nueva sensibilidad. Este aspecto se vio reflejado en las movilizaciones y sus consignas.

En ese contexto, la revuelta en París tuvo su pico en mayo. Las autoridades detuvieron a los estudiantes, sus compañeros se solidarizaron, la policía reprimió y entonces la protesta se generalizó. Se hicieron marchas que arrancaron con 30.000 asistentes hasta llegar al medio millón; ocuparon la Sorbona y por la noche, levantando adoquines y poniendo bancos, hicieron barricadas para que la policía no pasara. Tras una semana de enfrentamientos, los obreros franceses acompañaron a los jóvenes y declararon la huelga general. El país quedó paralizado hasta fines de mayo y el veterano presidente, Charles De Gaulle, amagó con renunciar; destituyó a su Ministro de Educación y llamó a un plebiscito para poner a disposición su mandato.

Mayo fue un mes de marchas, asambleas, obras de teatro en la calle, festivales musicales y debates filosóficos; se publicaron centenares de revistas, álbumes y serigrafías que mezclaban política, arte, compromiso y diversión. Mayo fue un mes de mezclas, un mix de oposiciones. Se rechazaban las jerarquías tradicionales: el capital y la sociedad de consumo, los docentes autoritarios, las familias conservadoras, el imperialismo abusivo y los partidos comunistas burocráticos. Se creyó, por un momento, que se podía crear un mundo nuevo, una humanidad distinta que rompiera con aquellas tradiciones y que viera nacer sociedades más fraternas, igualitarias y soñadoras. Un mundo utópico quizás, pero ¿por qué no pedirlo?

La revuelta terminó en junio sin una revolución profunda. Pero quien mira 50 años para atrás y recuerda que la homosexualidad era un delito y que las mujeres debían pedir permiso a su esposo para tener una cuenta en el banco o para hacer un trámite ante el Estado, entiende que fue realista pedir por “aquellos imposibles”. Y que buena parte de la agenda actual de derechos nace de aquellas rupturas con tradiciones que parecían ser “lo real”, pero que no fueron imposibles de cambiar. El mayo del 68 fue tal vez una demostración juvenil y cultural de la necesidad de imaginar otros mundos para acercarse a conseguirlos.

Autor
Buela, Ana
Responsable
Buela, Ana
Palabras clave
Destinatarios
Fecha de publicación
Etiquetas
Licencia del recurso
Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0)
Formato

Clasificación Curricular

Créditos

Cartel de Mayo del 68. Imagen de dominio público